Después, el gato comenzó a lavarse las patas delanteras, lo cual solo significaba una cosa que no tenía importancia, acababa de comer.

Andrea siguió husmeando entre los rincones de la casa, no había tenido tiempo de familiarizarse con ese lugar que sería su nuevo hogar, por lo que aún con la tensión ambiental que sentía en esa casa, continuo abriendo y cerrando puertas, era increíble lo grande que era, más increíble aún era el bajo costo de la renta, era una casa de tamaño considerable, si bien estaba algo retirada de la ciudad y tenía un aire tétrico, poseía un vasto terreno y poseía bastantes habitaciones y aunque la casa resultaba bastante grande como para ser habitada únicamente por Andrea, su hermana Susana y su mamá, el bajo alquiler la hacia perfecta.

Después de un rato y como si hubiera caído en un loop, Andrea llamo a su mamá

-¿Mamá?-

Silencio. Andrea salió de la habitación donde se encontraba y se quedó parada a mitad del pasillo. Clap, clap, clap. Escuchó ruido en la recámara de su mamá.

-¿Susana?- ...pero tampoco recibió respuesta de su hermana.

De nuevo escuchó un ruido y al buscar de donde provenía encontró de nueva cuenta al gato, ese  enorme gato color beige con manchas negras que la observaba con sus grandes ojos azules, sin embargo ahora el gato tenía algo, algo en el hocico, alimento, un trozo de carne, un dedo...