Lo único que Andrea quería era volver a su casa, a pesar de tener 20 años no se sabía su dirección como para poder tomar un taxi como cualquier persona haría, pero no, no se debía a ningún problema mental, sino que en los últimos años se había mudado más de lo normal.
Su mamá tenía un trabajo complicado en el cual, por la inestabilidad que tenía le empresa en ese momento, la habían mandado de un estado a otro.
Caminaba por las calles un tanto solitarias, eso era extraño ya que apenas eran las seis de la tarde y aunque pronto oscurecería (lo cual le preocupaba) era la hora en la que en su antiguo hogar aún habían niños en la calle... había sido mala idea salirse enojada de su casa sin el celular y sin pensarlo bien antes, pero era algo que a ella le gustaba... caminar, así se sentía libre, podía pensar e imaginar que todo sería mejor en su nuevo hogar y que ya no se mudaría más.
Siguió caminando y caminando hasta que encontró el edificio donde estaba su departamento, se sentía tan aliviada, en la entrada no tenía el cuadro que había visto apenas en la mañana, pensó en lo raras que eran las personas de ese lugar y subió las escaleras, sabía que el elevador no funcionaba, el conserje se lo había dicho al llegar al edificio, llegó a su departamento que extrañamente tenía la puerta abierta, su mamá nunca era tan descuidada, pero aun así entró...
De pronto se dio cuenta de algo terrible, esa no era su casa...