Cuernos.

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    DEBIDO A MI ROTUNDO FRACASO PARA ESCRIBIR UN LIPOGRAMA, esperemos que hoy me vaya mejor. Esta semana para TodosZombies en el marco de los placeres culposos, les presento:

    Cuernos.

    Ella se peinaba de espaldas a la puerta, misma que se reflejaba en el espejo colocado frente a su belleza.
    Separaba con esmero los mechones negros y sedosos del cabello que caía sobre sus hombros en una mata fina y uniforme.
    Él se escondía detrás de la puerta. La veía con deseo sin que ella se percatara, sin mover ni un músculo para no hacer ruido. Pensaba poseerla.
    Cuando ella terminó de acariciar su cabellera, se fijó en su reflejo, y pensó en su belleza, en su juventud, y todo lo que podía obtener con ella. Él seguía observando, agazapado e imaginando todo lo que quería hacer con ella.
    Romina, se llamaba. Y era bellísima.
    Él, un pobre amante ilusionado, calculó cada movimiento que lo llevaría a obtener de ella el placer jamás imaginado. Mientras Romina iba de un lado a otro de la habitación haciendo ondear el vuelo de su bata de satín rojo, él se iba revelando de su escondite tras la puerta, cada vez más, se acercaba; apenas y se movía.
    Pero una vez que consiguió estar dentro de aquella habitación cálida, no pudo dar crédito a lo que pasaba ante sus ojos: la bata de Romina cayó por su espalda hasta acabar en el suelo, dejando ver su cuerpo perfecto y desnudo, su espalda de piel  blanca, por una fracción de segundo. Acto seguido, la excitación de aquel pobre hombre desapareció para dar paso al asco y la incredulidad: la mujer se cubrió de pelo negro, tapando cada centímetro de su blanca tez; su cuerpo se engrosó al doble de lo que era su menuda figura, y volteó. Su espía se quedó paralizado donde estaba, horrorizado al ver que aquel rostro angelical había desaparecido para darle paso a la aparición de la cabeza de un toro, con los ojos tan negros como el pelaje que lo cubría, y unos cuernos afilados en cuya punta se reflejaba la luz solar que se colaba por una ventana.

    Y eso fue lo último que vio.


    P.D.: creo que mi placer culposo es tropezar.


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